Cuando le digo a la gente de mi entorno que enseño carisma me suelo encontrar con el comentario “¿pero el carisma se puede aprender?”

Y ese es el primer de los mitos del carisma, no el único. Lo cierto es que el carisma es un intangible, una proyección que sale de tu interior hacia el exterior.

En ese sentido, es un concepto difícil de manejar. De todas las definiciones de carisma, la que me resulta más fácil y ajustada es la que Owen Fitzpatrick da en su fantástico libro The Charismatic Edge. Define el carisma como aquella impresión que generamos en los demás de forma que les parecemos interesantes, intrigantes, fascinantes, persuasivos y memorables.

¿Cuáles son los mitos que debemos desmontar para empezar a incrementar nuestro nivel de carisma?

– Mito número 1: El carisma es un carácter con el que naces (o no…)

El primer mito establece la creencia de que hay personas que nacen carismáticas y otras que no. Así de simple, no hay nada que podamos hacer al respecto.

Pero si esto fuera verdad, entonces tendríamos bebés y niños pequeños aburridos y otros divertidos. Y la realidad es que todos los bebés son divertidos, auténticos y expresivos. Si, no puede ser un gen. ¿Qué explica que haya gente carismática y gente que pasa desapercibida entonces?

Cuando los niños empiezan a interaccionar con su entorno al principio son almas libres de auto-juicio, pero, poco a poco, se encuentran experiencias de rechazo, fracaso o ridículo que les resultan dolorosas. Algunos de ellos, para evitarlas, deciden dar un paso atrás, exponerse menos, y ese exponerse menos es lo que determina que se muestren menos auténticos. Justamente cuando empiezan a mostrar menos su auténtico ser es cuando dejan de impactar de forma carismática a los demás.

– Mito número 2: Las personas carismáticas son extrovertidas

Parece intuitivo que cuanto más externamente esté orientada una persona más carismática puede ser. La realidad es que se puede ser increíblemente carismático e introvertido al mismo tiempo. Tal es el caso de Barak Obama, por ejemplo, que ha adquirido la habilidad de hablar en público de forma excelente a pesar de tener un carácter introvertido.

Las personas introvertidas suelen tener más desarrollada la capacidad de escuchar que las extrovertidas, suelen ser más observadoras y piensan más antes de hablar. Todas estas características son necesarias para desarrollar una personalidad carismática.

Así que, si eres introvertido no tienes excusa para no ser carismático y, si eres extrovertido no lo tienes todo ganado a pesar de tu facilidad para relacionarte con los demás a no ser que aprendas a escuchar con todo tu ser y aprendas a hablar de forma estratégica.

– Mito número 3: Las personas carismáticas lo son 24 horas al día

Elvis Presley era el rey del escenario, pero, cuando se bajaba de él desactivaba su carisma y en las entrevistas no parecía el mismo.

Oliva Fox Cabane cuenta en su fantástico libro The Charisma Myth una anécdota sobre Marilyn Monroe: iba en metro junto con el editor de una revista y un fotógrafo y nadie la reconoció. En este momento era Norma Jean Baker. Al salir a la calle Norma decidió mostrar a Marilyn. Le preguntó al fotógrafo ¿Quieres verla?. Todo lo que hizo fue ahuecarse el pelo y poner una postura y, de repente, se volvió magnética, el tiempo se paró, la gente empezó a rodearla y, al final, necesitó ayuda para salir de la muchedumbre de fans.

El carisma, por tanto, puede activarse y desactivarse a placer una vez que sabes qué hacer para mostrarte carismático. Como ya veremos en posts posteriores, esa activación tiene mucho que ver con el lenguaje corporal.

– Mito número 4: Para ser carismático hay que ser atractivo

No negaré que ser atractivo es siempre una ayuda, pero la realidad es que no es un requisito imprescindible. Wiston Churchill fue un líder tremendamente influyente y, sin embargo, no puede decirse que fuera una persona atractiva fisicamente.

El concepto funciona más bien al contrario: las personas carismáticas son percibidas como más atractivas aunque no tengan un físico “perfecto”. Esto es válido para hombres y mujeres que, precisamente por ser carismáticos, pueden resultar muy interesantes desde el punto de vista de la atracción sexual a pesar de no cumplir con los estrictos cánones de belleza actuales.

En las próximas entradas iremos desgranando cuáles son las claves del carisma y qué puedes empezar a hacer para incrementar tu nivel de carisma.

Yo lo llamo el entrenamiento del carisma porque se trata de comportamientos y hábitos inconscientes a los que poco a poco vamos a ir poniendo consciencia y vamos a practicarlos hasta que se conviertan en hábitos inconscientes.

Por el momento, te dejo con la poderosa idea de que todos podemos recuperar nuestro carisma, aquel con el que nacimos.

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