Anclar estados emocionales

Ese perfume de aquel chico que te gustaba….
Aquella canción que bailaste con tus amigos…
La casa de tu abuela…

Todos estos estímulos sensoriales te llevan automáticamente a una emoción, ¡qué curioso! ¿verdad?

Son anclajes emocionales espontáneos que se producen sin que nos demos cuenta y, en estos ejemplos son muy agradables, pero, ¡ojo! También pueden ser muy desagradables y, sobre todo, limitantes:

La imagen de una araña…
La sensación de que te falta el aire antes de hablar en público…
El sonido de la voz de un profesor que te hacía sentir mal…

Los anclajes son aprendizajes simples inconscientes que describió el fisiólogo ruso Iván Pávlov al observar que los perros salivaban no solo en presencia de comida (lo cual es esperable) sino, también en su ausencia cuando hacía sonar una campana. Es la teoría del condicionamiento clásico o condicionamiento Pavloviano.

Lo interesante de este tipo de aprendizaje es que se puede realizar de forma deliberada.
¿Para qué?
Obviamente, no para salivar sino para asociar estímulos con estados emocionales.
Y esto ya empieza a ser mucho más útil para nosotros.
Por ejemplo: tienes un reto difícil hoy y necesitas estar en el mejor de los estados.
Si tienes tiempo, puedes ir a la naturaleza, hacer algo que te relaje, leer algo inspirador…
Pero también puedes hacer algo mucho más rápido: utilizar un ancla que en unos segundos te permite acceder al estado óptimo para ese reto.
Interesante ¿verdad?

Los anclajes y todas sus variedades son uno de los temas que enseñamos en el Practitioner de Programación Neuro-Lingüística.

Yo los utilizo a diario en mi desempeño como oradora profesional.

¿Quieres aprender a anclar estados emocionales a placer?

Pronto, pronto convocaré el primer Practitioner de PNL en mi centro y me encantaría que vinieras.

 

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¡Hasta la semana que viene!

 

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