Humildad versus arrogancia
La falta de humildad, es decir, la arrogancia, daña las relaciones y hace muy difíciles las colaboraciones.
Las personas tenemos diferentes opiniones e ideas porque percibimos realidades diferentes. Como manejemos esas diferencias nos posiciona como personas humildes o arrogantes.
A pesar de lo que pueda parecer, la humildad no nace de la bondad sino del conocimiento.
Nuestra percepción de la realidad está influenciada por nuestras condiciones físicas, sociales, familiares, educacionales, vivencias…
Hay mucha información ahí afuera en eso que llamamos realidad. Como no podemos procesarla toda a la vez la alteramos para que sea más digestible. Este proceso no solo es habitual sino que es muy útil en nuestra vida.
¿Cuál es el problema entonces?
El problema es que no somos conscientes de cómo filtramos la información. Damos por válido lo que percibimos nosotros y no entendemos porqué los demás no lo ven de la misma manera. Cada persona filtra la información pero cada una tiene filtros diferentes, por lo tanto nuestra experiencia interna no es la misma. Y aquí empieza la fiesta.
Tener conocimiento de que cada uno vamos por la vida con unas gafas diferentes nos invita a ser más humildes porque sabemos que nuestro punto de vista es, seguro, incompleto.
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